Juguetes de mi infancia

Hoy, hablando con una compañera, hemos recordado algunos de los juguetes que, por mucho tiempo que pase, nunca olvidaremos y que siempre se nos dibujará una sonrisa en la boca cuando veamos una foto de ellos.
En mi caso, y aunque supongo que tuve más juguetes, los que siempre recordaré serán:

El carrito con forma de mariquita de Playskool, que casualmente volví a ver en la guardería de mis sobrinos y no pude resistirme a hacerle una foto. Igual que yo tengo un recuerdo precioso, mis padres no pueden decir lo mismo, ya que se pasaron la noche de antes de reyes rebuscando por todo Madrid en su búsqueda.

La osa peposa que conservo aún aunque le falta el vestido, pero que me encantaba y me acompañó durante toda mi infancia.

Después de pasear a la peposa en el carro llegó mi obsesión por los Pin y Pon, que me duró años. Los reyes me trajeron "La casita de los Pin y Pon", que era una maleta rosa, preciosa, que se abría y tenía una casa que ya la quisiera yo para mí ahora.

Poco tiempo después llegó a casa mi primera Barbie. ¡Qué momento!... cuando abres el regalo y aparece ella, con sus ojos con brillos y su traje reluciente, lástima que al cabo de los años la pobre perdió hasta los zapatos.

Los siguientes reyes me trajeron la casa de los Family Feber, que eran unos muñecos parecidos a los pin y pon, pero que les apretabas la cabeza y se cambiaban a dormido o despierto.

Era una casa de tres pisos, que se abría y se desplegaba y que cuando la cerrabas tenía hasta un asa para poder transportarla.

Años después, al ver que mi primera Barbie, aun siendo muy cuidadosa con los juguetes, estaba fatal, los reyes decidieron traerme una segunda Barbie. En este caso era la Barbie superstar, algo así como una estrella de cine, con un traje vaporoso que lo podías transformar y de un traje sacar tres (eso es mirar por la economía familiar).

Mi Barbie no tenía Ken, como mucho se podía conformar con el He-man de mi hermano, pero como le quedaba un poco pequeño normalmente optaba por la soltería. Aunque, eso si, le salían hijos hasta debajo de las piedras. Uno de ellos fue la Chabel "Cleopatra" que ahora, y al cabo del tiempo, me da la impresión de que seguramente quien eligió este regalo fue mi hermana.

Finalmente, y aunque no era mía sino de mi hermana, el juguete que me encantaba pero que no podía ni tocar era la Nancy Oriental. Tan bonita, con esa cara tan dulce y esa música que sonaba cuando le dabas cuerda... Lástima que al final cayó en manos de mi hermano, y mejor ni lo cuento porque se me saltan los lagrimones y mi hermana se marea de acordarse.