Desde China con amor. Día 9

Hoy tenemos planeada la visita al Museo de los Guerreros de Terracota. Lo mejor y más barato es ir a la estación de trenes de Xi'an y buscar una zona llena de autobuses y coger el 306 que te lleva directamente al museo. Hay unos carteles enormes que te indican dónde está aparcado cada autobús, por lo que lo encuentras sin problema.
El viaje es de aproximadamente una hora y cuesta 7 yuanes por persona (80 céntimos).

El Museo está situado en una gran explanada y es bastante grande. Tiene 4 edificios principales. Un museo con restos y muestras, algunas de ellas restauradas, y las tres fosas principales donde están los guerreros.

En el museo te cuentan la historia de la construcción del mausoleo y de cómo y porqué se construyeron los guerreros. Al parecer, el auto proclamado primer emperador de China de la Dinastía Qin, Qin Shi Huang, creía que si enterraba cerca de él un ejército seguiría teniendo tropas bajo su mando. El ejército, formado por más de 7000 figuras de guerreros y caballos de terracota a tamaño real, fue enterrado en formación de batalla en tres fosos, en el 210-209 a. C.

En el museo se ven dos carros de bronce pintados. Cada uno de estos carros está formado por más de 3.000 piezas. Los cuatro caballos de cada carro están guiados por un conductor imperial. Se puede ver una foto de cómo se encontró en la fosa.

Además de los carros, se pueden ver diferentes tipos de soldados y las armas y armaduras que llevaban.

Tras ver el museo empezamos con las fosas. Están numeradas, y yo personalmente recomiendo empezar por la 3 y terminar por la 1 que es la más grande.
La número tres es la más pequeña. Sólo tiene 69 figuras de oficiales y generales, y cuatro caballos preciosos. Cuando se abrió, hace unos años, las figuras aún tenían algún reflejo de color, pero ya ha desaparecido.

La número dos es la última que se abrió al público. Hay en torno a mil guerreros, pero la mayoría están sin restaurar, por lo que se ven tal y como se encontró. Es decir, piernas, cabezas y brazos esparcidos por todos los lados.

En la fosa numero dos se pueden ver algunos guerreros en vidrieras con todo lujo de detalles.

Finalmente llegamos a la joya de la corona, la fosa número uno. Descubierta en 1974 de forma casual por un campesino durante unas obras para el abastecimiento de agua, en esa zona se habían encontrado ya algunos restos a los que no se les había dado demasiada importancia hasta que la noticia del hallazgo del nuevo foso llegó a oídos de un arqueólogo que inició la excavación.

El foso tiene una superficie de 200 metros de largo por 60 de ancho y contiene más de 6.000 guerreros, algunos de ellos aún por desenterrar. Las figuras son a tamaño natural: miden 1,80m de altura y están equipados con armaduras fabricadas también con terracota. La fosa se abrió al público en 1979.

Cada una de estas figuras tiene rasgos y características diferentes: bigotes, peinados, jóvenes, viejos, rasgos de etnias diferentes. Las cabezas y las manos se moldeaban aparte y luego se añadían a los cuerpos. Los uniformes reflejan también los rangos militares a los que pertenecen. Cada soldado llevaba un arma: arcos, lanzas, espadas, etc. Tras la caída de la dinastía Qin, los campesinos saquearon la tumba y robaron estas armas. Las figuras son de colores vivos y brillantes, pero este color se pierde apenas a las cinco horas de exposición al aire, debido a la oxidación. Se está buscando una técnica que permita mantener los colores originales; por el momento, se ha pospuesto la excavación de nuevos guerreros.
Es impresionante ver la fosa y más imaginar el momento en el que los estaban haciendo y cuando el ejército estaba listo para ser enterrado con todo su color y esplendor.

Tras la visita al museo volvemos a Guilin. Tenemos que irnos al aeropuerto en torno a las 18:00h porque el vuelo a Pekín sale a las 21:00h, por lo que nos vamos hasta la puerta sur de la muralla, ya que se puede subir y dar un paseo por encima de ella.

Como nosotros vamos con el tiempo justo, alquilamos un tándem y nos damos un paseo rápido.
Volvemos al hotel, recogemos las maletas y nos vamos al aeropuerto en el autobús que cogemos al lado de la torre de la campana.
Llegamos a Pekin en torno a las 22:45h. Entre que cogemos maletas y demás se nos hacen las 23:00h y nos quedamos sin metro, por lo que buscamos un bus que nos lleve cerca de Tiananmen. Me confundo de bus y terminamos en la estación de tren de Pekín, que no está demasiado cerca del hotel por lo que tenemos que buscar un taxi.
En Pekín hay varios problemas con los taxis. El primero es que muchos taxistas no ponen el taxímetro y te dan unos precios brutales. Además, si no aceptas, no te creas que lo bajan, directamente se van. El segundo es que si no les va bien, o piensan que no les merece la pena, no te llevan y te dejan con la tarjeta de la dirección del hotel en la mano.
A nosotros nos pilló por banda un taxista que nos pedía 50 yuanes. Le dijimos que no, que como mucho le pagábamos 20 yuanes y mucho nos parecía. Como no le interesó se fue, y cuando nos íbamos nos llamó un compañero que al final nos llevó por 30 yuanes (el trayecto con taxímetro serían alrededor de 12 yuanes, pero ya no eran horas para seguir negociando).
El hotel donde nos alojamos era el Hotel Kapok. Las instalaciones, la habitación, el trato, la ubicación y el desayuno excelentes. Totalmente recomendable.

Nos vamos a la cama preparados para empezar a explorar Pekín al día siguiente...