martes, 6 de julio de 2010

Lost in Translation, día 6

Hoy nos acercamos a Nikko, un ciudad a una hora de Tokyo en tren y patrimonio de la humanidad desde 1999.
Nikko fue fundado por el monje budista Shoho.Con 7 años de edad recibe la misión divina de subir al Monte Nantai y en el año 782 funda el templo de Shinhonryu-ji, precedente del actual Rinnoji.
En 1616 el gran shogun Tokugawa Ieyasu elige Nikko como emplazamiento para su mausoleo. Nikko es hoy un bello lugar plagado de templos entre frondosos bosques de cedros japoneses.

Desde la estación de Nikko puedes coger un autobús que te deja al lado del el puente Shinkyo.Los registros dicen que el puente ya existía en 1636, aunque la fecha exacta de su construcción no se ha precisado .
Tiene una longitud de 28 metros de largo, y fue construido en el sitio donde tuvo lugar el legendario cruce del río por Shodo Shonin.
Una inundación destruyó el puente original en 1902; el actual es una reconstrucción de 1907, y está vedado el tránsito por el mismo.

Tras subir a una colina llegamos al recinto sagrado donde están los templos más importantes de la ciudad de Nikko.

El Santuario de Toshogu, mausoleo de Tokugawa Ieyasu, construido en 1637 por su nieto Iemistu, mucho más grandioso que la idea original, es el principal monumento de la zona.
Ocho de los edificios han sido declarados Tesoros Nacionales. Los templos están ornamentados con esculturas policromadas con unos detalles increíbles. La puerta de Yomeimon, con 11 m de altura y adornada con 500 motivos naturales y animales es el símbolo de Nikko.
Santuario de Futarasan, el más antiguo de la zona, data del año 767 formado por 23 edificios.







Una de los imágenes más valoradas es la de los tres monos sabios, en madera policromada y de la cual hay reproducciones por toda la ciudad.


Como en todos los templos que estamos visitando no faltan las urnas para que saques tu buena o mala fortuna. (Yo en el primer templo tenía fe, después de 50 ya no me lo creo tanto)



Tras la visita, toca comer por lo que nos metimos en un restaurante que no tenía mala pinta y nos tomamos un menú con un solomillo de ternera impresionante acompañado de una cerveza japonesa bastante buena.




Tras la visita al recinto sagrado aún no era demasiado tarde por lo que decidimos ir a unas cascadas de la que había publicidad por toda la ciudad y que no tenía ninguna mala pinta. (Concretamente cascadas Kegon)
Tras encontrar el autobús emprendimos nuestro viaje, sin saber que las cascadas estaban a mas de media hora, que el trayecto costaba 1000 yenes (unos diez euros) y estábamos bastante justos de dinero.
Al llegar al destino nos encontramos un pueblo parecido al de la serie Twin Peacks, a más de 1200 metros del altitud y en el que sólo había que ver las cascadas.
Nos acercamos a la zona desde donde se ven y ya escuchamos un ruido de agua impresionante, y al girar una zona de árboles nos encontramos con esto.
El problema es que en la foto no se aprecia la magnitud de la cascada, pero os aseguro que son impresionantes.



Tras coger el último autobús que nos llevaba a Nikko, volvimos a Tokio y directamente a la cama...Mañana vamos a Kyoto y hay que madrugar
Sólo añado, que si viajas a Japón no te puedes ir sin ver Nikko

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