miércoles, 7 de julio de 2010

Lost in Translation, día 7

Hoy nos levantamos temprano ya que el tren bala hacia Kyoto sale a las 10:00. EL viaje dura dos hora por lo que aprovechamos para dormir, ya que al estar nublado no vamos a poder ver el monte Fuji.



Lo primero que hacemos al llegar es acercarnos al Ryokan que hemos reservado para pasar la noche, está cerca de la estación por lo que no tenemos problema para llegar, salvo el calor infernal que hace.
Un Ryokan es es un tipo de alojamiento tradicional japonés que originalmente se creó para hospedar visitantes a corto plazo. Hoy se utilizan como hospedajes de lujo para visitantes, sobre todo occidentales. Entre otras comodidades, sus habitaciones se componen de un piso de tatami, baños termales colectivos (onsen), jardines y futones para dormir al modo japonés.
Nuestra habitación tiene un jardín precioso, pero no tiene baño termal, por lo que otra vez será.







No es demasiado tarde, pero Kyoto es grande y hay mucho que ver por lo que decidimos que en lugar de ir de templo en templo, vamos a pasar la tarde paseando por las calles de Kyoto ya que, debido al gran patrimonio cultural, la ciudad no fue bombardeada durante la segunda guerra mundial y hoy en día, es la única gran ciudad de Japón que aún conserva numerosos edificios de preguerra y pensamos que merece la pena ver los barrios en su auténtica esencia.
Comenzamos la visita por el mercado de Nishiki, donde encontramos multitud de tiendas y restaurantes donde comer.





Seguimos la visita por Pontocho, una calle al lado del rió, conocida por albergar muchas casas tradicionales de té y conservar la arquitectura original.




Pero si Pontocho es tradicional, el barrio Gion es más todavía, esta zona de Kyoto es conocida por la existencia de multitud casas de geishas, y si tienes suerte puedes ver alguna geisha entrando a los restaurantes exclusivos de la zona, yo vi dos pero de espaldas,(iba a quedarme haciendo guardia pero me vine abajo a la media hora).
Por Kyoto se pasean muchas chicas vestidas con kimono, pero no tienen nada que ver con las geishas, son chicas, la mayoría de las veces haciendo turismo, que se compran un Pack Geisha que incluye Kimono, obi (cinturón), abanico y sandalias y pasean por la ciudad.
También hay gente que lo lleva porque es su vestimenta habitual, pero se nota.







Volvimos al Ryokan por la orilla del rió y con la vista de la parte trasera de las casas de Pontocho.



Después de cenar, decidimos buscar algún bar típico japonés y acabamos en uno perdido en una calle cerca de Pontocho que nos atrajo por la música.
El bar era pequeñísimo, pero para que más, porque aunque de los tres japoneses que había sólo una chica hablaba inglés, los gestos nos ayudaron a entendernos y la cerveza hizo el resto.

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