Me levanto a las nueve de la mañana dispuesta a patearme una zona de Tokyo conocida por sus templos.
Lo primero que me encuentro es esta escena, un guardia recogiendo los papeles con pinzas mientras el indigente le observa. Uno de los muchos constrastes que te encuentras en Japón.
Cojo el metro hasta la estación de Asakusa, aunque he dormido bastante tengo la sensación de tener mucho sueño por lo que entro a una cafetería y me tomo otro café con lo que pienso que es un delicioso croissant y que finalmente es un boyo soso y relleno de patata..(¿pero que les pasa con la patata?)
Entro en la calle principal que me lleva al templo, pero no es una calle cualquiera, es una calle repleta de tiendas de todo tipo y con todo tipo de cosas que te puedas imaginar. No consigo vencer a la tentación y entro en todas las tiendas hipnotizada por la cantidad de colores y detalles que luego no sirven para nada, pero que gritan COMPRAME¡¡¡
Decido recobrar la cordura y voy hacia el Templo de Sensoji. Como no tengo ni idea de lo que hay que hacer antes de entrar decido imitar a los lugareños por lo que, termino metida en una nube de incienso y lavándome las manos con un cazo (lo de beber del agua donde todo el mundo mete las manos no me ha parecido demasiado higiénico).
Em templo por dentro es precioso, aunque había demasiada gente y en consecuencia mucho ruido.
Por la zona había templos más pequeños y esculturas a buda, el único problema el calor, es tan húmedo que llega a ser agobiante...pero como dije ayer, estoy en Tokyo y tengo que difrutar aunque tenga un volumen de pelo como Diana Ross.
Tras el paseo por Asakusa, cojo el metro hasta Ueno donde hay un parque gigantesco con más templos y más tranquilo que la zona de Asakusa.
Como es habitual en estos viajes, siempre me acompaña uno de ellos.
El apartamento lo tenemos al lado de Akihabara por lo que hemos dado una vuelta por las mega tiendas de electrónica y cenado algo en un bar de la zona.
Mañana nos quedaremos por Tokio, porque hay mucho que ver
Lo primero que me encuentro es esta escena, un guardia recogiendo los papeles con pinzas mientras el indigente le observa. Uno de los muchos constrastes que te encuentras en Japón.
Cojo el metro hasta la estación de Asakusa, aunque he dormido bastante tengo la sensación de tener mucho sueño por lo que entro a una cafetería y me tomo otro café con lo que pienso que es un delicioso croissant y que finalmente es un boyo soso y relleno de patata..(¿pero que les pasa con la patata?)
Entro en la calle principal que me lleva al templo, pero no es una calle cualquiera, es una calle repleta de tiendas de todo tipo y con todo tipo de cosas que te puedas imaginar. No consigo vencer a la tentación y entro en todas las tiendas hipnotizada por la cantidad de colores y detalles que luego no sirven para nada, pero que gritan COMPRAME¡¡¡
Decido recobrar la cordura y voy hacia el Templo de Sensoji. Como no tengo ni idea de lo que hay que hacer antes de entrar decido imitar a los lugareños por lo que, termino metida en una nube de incienso y lavándome las manos con un cazo (lo de beber del agua donde todo el mundo mete las manos no me ha parecido demasiado higiénico).
Em templo por dentro es precioso, aunque había demasiada gente y en consecuencia mucho ruido.
Por la zona había templos más pequeños y esculturas a buda, el único problema el calor, es tan húmedo que llega a ser agobiante...pero como dije ayer, estoy en Tokyo y tengo que difrutar aunque tenga un volumen de pelo como Diana Ross.
Tras el paseo por Asakusa, cojo el metro hasta Ueno donde hay un parque gigantesco con más templos y más tranquilo que la zona de Asakusa.
Como es habitual en estos viajes, siempre me acompaña uno de ellos.
El apartamento lo tenemos al lado de Akihabara por lo que hemos dado una vuelta por las mega tiendas de electrónica y cenado algo en un bar de la zona.
Mañana nos quedaremos por Tokio, porque hay mucho que ver
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