Desde China con amor. Día 7

Hoy nos vamos a quedar por Guilin. Nos despertamos un poco más tarde de lo habitual, desayunamos tranquilamente y damos un paseo, primero por los jardines del hotel y después por el jardín botánico que es precioso.

 Al ser sábado el jardín está lleno de gente haciendo Tai-Chi, bailando y jugando. Como todos los parques en China, está muy cuidado y muy limpio.
Al salir del jardín cogemos un taxi para que nos lleve a la puerta del parque y colina de la trompa de elefante. Para entrar tienes que pagar una entrada, no recuerdo muy bien cuánto fue, lo que sí es que yo pagué menos por llevar el carnet de estudiante.
Al sur del área central de Guilin se encuentra uno de los rincones más visitados por los turistas, la Colina de la Trompa del Elefante. Se trata de una formación rocosa situada en la orilla oeste del río Lí que emula una trompa de elefante. En el hueco que se abre en la roca, entre lo que serían la trompa y las patas delanteras del elefante, está la Cueva Water Moon, denominada así por el llamativo resplandor que sobre el agua se muestra cuando hay luna llena. A mitad de camino en su ascenso se encuentra otra cueva, que penetra en la colina y simula los ojos del elefante.

El la zona desde donde se obtienen las mejores panorámicas de la colina hay puestos donde por un módico precio te visten de manera tradicional y te hacen una foto. A nosotros ni nos lo ofrecían pero tampoco les hacía falta porque los propios chinos no paraban de vestirse y hacerse fotos de recuerdo.

Por otro lado, en la parte alta de la Colina de la Trompa del Elefante se extiende un parque desde el que se tienen buenas vistas panorámicas de la ciudad de Guilin.
Repartidos por todo el parque te encuentras figuritas de elefantes preciosos, todos ellos con instrumentos musicales.

Para comer nos fuimos a la calle más transitada, Yiren Rd, donde un simpático chino se acercó a nosotros con la excusa de que le gustaba mucho España y la selección, y terminó diciéndonos que era maestro en una casa de té y que si queríamos ir a probar algunos. Como ya estábamos avisados le dejamos con la palabra en la boca y nos fuimos.
Comimos tranquilamente en un restaurante y como empezó a llover decidimos volver al hotel. Empezamos a buscar un taxi y ninguno nos quería llevar por lo que al final llegamos andando.
Como al día siguiente teníamos el vuelo a Xi'an a las 9:50, decidimos ir a tomar algo al centro comercial que hay cerca del hotel y volver temprano, ya que el taxi que nos llevaba al aeropuerto nos esperaba a las 7:30. El taxi nos lo gestionó directamente el hotel y pagamos por el viaje al aeropuerto (30km) unos 150 yuanes (18 euros).
Terminamos la noche en un bar, probando cervezas de la tierra, rodeados de chinos cantando en un karaoke, e intentando encontrar en el directorio alguna canción en inglés para demostrar nuestras dotes. Al final no fue posible y me quedé con las ganas.